Guía homenaje de los recreativos de Alcorcón

Siempre he sido un niño de recreativos. Siempre. Me fascinaban. Sólo con entrar en uno de ellos y cotillear a la gente jugando se me pasaba la tarde volando. Y si ya tenía al menos una moneda de cinco duros para gastar… ¡El paraíso! Tanto era así que me conocía todos (o casi todos, aunque dudo que se me escapara uno) los salones recreativos de mi ciudad, Alcorcón.

Ayer me puse a repasar mentalmente dónde estaban cada uno de ellos y me sorprendí al recordar nada más y nada menos que 11 locales repartidos por toda la ciudad. ¿Cómo acabé conociéndolos todos? ¿Tenía un sexto sentido para encontrarlos? ¿Iba vagabundeando por las calles siguiendo el olor de los ceniceros requemados de las máquinas? No lo sé, pero voy a hablar de cada uno de ellos, que la nostalgia siempre vende y, qué demonios, este es mi blog y le hago el amor como quiero (sí, soy un romántico).

Como no recuerdo el nombre de ninguno, señalaré en qué calle se encontraban y qué negocio son ahora. Sí, ya no queda ni uno de ellos, nada de nada, finito. Una visión muy triste para alguien como yo. El momento en el que cerraron el Piccadilly de Gran Vía fue el doloroso fin de una época.

PLAZA DE ONDARRETA

Negocio actual: café-pub.

¿Veis este pasadizo? Siempre pasaba por aquí cuando iba de casa al colegio y viceversa. Como os podéis imaginar, tener la obligación de pasar por delante de un salón recreativo dos veces al día como mínimo de lunes a viernes era demasiada tentación y no me resistí en absoluto. El salón se encontraba en la parte izquierda del portal que aparece en la foto, que es la más cercana que he encontrado.

Sin lugar a dudas, pasé muchas tardes allí, tanto con mis amigos como solo, tanto con dinero para gastar como sin un mísero duro. Daba igual, si no podía jugar me quedaba mirando a los demás y, en algunos momentos, se montaba toda una turba ante las máquinas más populares y los jugadores más habilidosos. He de admitir con lágrimas en los ojos que yo nunca fui de los segundos.

El local era de tamaño medio, típico de los salones de barrio, con forma cuadrada y una columna en el medio alrededor de la cual se organizaban las máquinas. A la entrada estaba colocada la máquina más grande de la sala, la típica de pantalla panorámica y cuatro jugadores. Simplemente espectacular. En las esquinas siempre colocaban esos muebles esquineros que incluían dos arcades juntos, con dos pantallas y, si el juego tenía esa posibilidad, cuatro jugadores, como los Dungeons & Dragons, aunque también solían colocar los Run and Gun y Soccer Superstars de Konami. Al fondo los servicios y al lado de la entrada el cubículo donde estaba el dueño de los recreativos, donde te cambiaba el dinero y vendía chuches.

Sólo la NASA podría calcular las horas totales que pasé allí. Metal Slug 2, King of Fighters, Golden Axe: Revenge of the Death Adder, Ninja Warriors, Sunset Riders, Last Blade, Blazing Star, Three Wonders, Cadillacs and Dinosaurs, Captain Commando, 3 Count Bout, Fatal Fury, Bucky O’Hare, Wild West Cowboys of Moo Mesa, Samurai Showdown, The Punisher, Art of Fightning… y muchísimos más. Incluso colocaron una de esas máquinas que llevaban una PSX dentro con el FIFA 98 y partidas cronometradas. Además, tuvo bastante longevidad, siendo una de las últimas en cerrar. Cuando lo hizo, dejé una rosa en su puerta y guardé un minuto de silencio. Bueno, igual no lo hice, pero me siento muy nostálgico cada vez que paso por delante.

CALLE ARAGÓN

Negocio actual: tienda de los chinos.

Seguramente sean los segundos recreativos en los que más tiempo pasé, ahí, a mano derecha en esa calle que sube. Estando al lado de la calle Mayor de la ciudad siempre había mucha gente, alguna de no muy buena calaña, pero era fácil evitarles y, de hecho, se les detectaba fácilmente porque eran prácticamente los únicos que utilizaban los ceniceros de las máquinas. Entrañables.

Creo recordar que, al principio de su existencia, constaba de dos locales, uno al lado del otro, muy estrechos y largos, como dos pasillos. En uno de ellos estaban las recreativas normales mientras en el otro estaban los futbolines y billares, pero el segundo lo cerraron más pronto que tarde. El caso es que este salón tuvo bastante fama entre la chavalada porque fue el primero donde llevaron un Gals Panic, todo un acontecimiento. Imaginaos a yogurines de entre 10 y 12 años apilándose alrededor del jugador que se atrevía con el juego, todos babeando viendo cómo iba desvistiendo a esos dibujitos sensuales de japonesitas en poses deshonestas. De hecho, pocos jovencitos se atrevían a gastar sus cinco duros en la máquina por si algún adulto le echaba la bronca al verle jugar, por lo que solíamos esperar a que alguno de los “mayores” (de 14 años hacia arriba) se pusiera manos a la obra.

Pero no todo era dar los primeros pasos en el mundo del ecchi y el hentai, sino que había más juegos inolvidables, como Surf Planet (me encantaba deslizarme mientras sonaba Loli Jackson de Dover), Radikal Bikers X o un mueble de carreras para cuatro jugadores, parecido al OutRun pero más caricaturesco. Ay, la edad no perdona y no me acuerdo de su nombre…

CALLE NAVALCARNERO

Negocio actual: tienda de alimentación.

No pasé mucho tiempo en estos recreativos y eso que estaban al lado de los de c/Aragón. Era un local pequeño y cuadrado, con todas las máquinas muy muy juntas para aprovechar el espacio. Recuerdo que volviendo de una excursión a Peñalara en Cercanías nos bajamos en la estación de Alcorcón Central y, en vez de irnos directamente a casa, paramos ahí a gastar algunas de las monedas que nuestros padres nos dieron para comer. Jugué por primera vez al Marvel vs. Street Fighter y… me lo pasé con el equipo Ryu y Cíclope. La única vez que me ha pasado. A la primera. Era muuuy fácil, no sé si estaría retocado o yo qué sé. Además era muy sencillo hacer el especial de los dos personajes, casi idénticos por otra parte. Lo dicho, poco tiempo pasé allí pero fue testigo de una de mis grandes hazañas.

CALLE MAYOR

Negocio actual: salón de juego… pero sólo con tragaperras.

Este local estaba dedicado principalmente a las tragaperras (bueno, ahora lo está totalmente) pero tenía un rincón con varias recreativas. Casi nunca había nadie pero mi amigo Nito y yo pasábamos algunas tardes allí, sobre todo jugando a una de las versiones más modernas de… Gals Panic. Sí. Éramos más mayores y nos atrevimos con él. Total, al encargado parecía no importarle. Además, era de esas máquinas con asiento, por lo que se estaba muy cómodo. También estaba el Pocket Fighters, que era demencialmente difícil, y la recreativa de Star Wars, con una mesa y una pantalla enormes pero, claro, eran 100 pesetas la partida y no me lo podía permitir. Ah, también en sus últimos estertores pusieron un beat’em up 3D de Sega que pintaba genial y que recuerdo que hablaron de él en la Hobby Consolas. Eran 50 pesetas pero me atreví a probarlo un día y estaba bien, la verdad.

Eso sí, tengo un mal recuerdo del local ya que un niño gitano intentó robarme. Se puso a nuestro lado mientras jugábamos al Gals Panic, como si estuviera mirando la pantalla. Sin embargo, en un momento, metió la mano en mi bolsillo y me sacó las llaves de casa, seguramente buscando la cartera o monedas que podría tener. Le cogí del cuello y a punto estuve de darle un puñetazo, pero me paré y le puse la mano para que me las devolviese. Le solté y se fue corriendo. Creo que ha sido la única vez que he estado a punto de pegarle una hostia a un niño más pequeño que yo.

PLAZA DE PONTEVEDRA

Negocio actual: cerrado.

Mirad los vestigios de una época dorada. Bueno, o quizá no tanto, ya que eran los recreativos más cutres de la ciudad. Un pasillo largo, oscuro y sucio, propiedad del dueño del bar de al lado (o eso creo, pero apenas se pasaba por el local); y con máquinas cutres y muy antiguas, algunas chinas o japonesas directamente. Sin embargo, tenía el Warriors of Fate que molaba un huevo, sobre todo cuando ibas montando en caballo. Pocas veces lo pisé, sólo cuando iba al Hipercor de San José de Valderas, pues estaba muy cerca.

CALLE SAN JOSÉ

Negocio actual: cafetería.

Un salón perfectamente ubicado, ya que estaba justo debajo de la casa de mis abuelos así que, cuando me aburría en las visitas familiares de rigor, le pedía cinco o diez duros a mi madre y me bajaba a pasar el rato. Era muy pequeñito pero limpio y agradable, muy luminoso gracias a su escaparate y con un dueño que daba miedo y te miraba siempre mal si le pedías las llaves del baño.

De este salón recuerdo principalmente tres máquinas: Street Fighter II (ninguna novedad pero seguía jugando de vez en cuando), Mortal Kombat (donde empecé a amar a Scorpion tras probar a Kano) y, sobre todo, Toki, sin lugar a dudas al que más me vicié en aquel local.

AVENIDA DEL OESTE

Negocio actual: tienda de estilismo.

Un local que frecuenté durante un verano porque muy cerca estaba el puesto de helados de unos familiares. Era muy pequeñito pero resultón y contaba con dos máquinas a las que me vicié muchísimo, el Ghost ‘N Goblins y el Art of Fightning, que me fascinaba por el tamaño de los personajes y, obviamente, por cómo iban llenándose de heridas cada vez que les calzaban una hostia.

CALLE SAN LUCAS

Negocio actual: tienda de los chinos.

Estos recreativos me venían muy bien porque estaban al lado del bar Los Mejillones, que frecuentaba con mis padres aunque normalmente íbamos a cenar, por lo que estaban cerrados, pero a veces nos tomábamos una tapita allí y tenía dos opciones: gastarme el dinero en sobres de cromos del kiosko que estaba en la puerta o en los recreativos. He de admitir que casi siempre elegía la primera opción, por ser más caros y porque las máquinas del local no estaban muy allá.

Eso sí, allí estaba uno de esos arcades trucados de Street Fighter II, con una dificultad endiablada, hadoukens dobles que se movían en zig-zag y demás jugarretas. Yo no lo sabía la primera vez que metí una moneda y me indigné MUCHO, considerándolo una estafa. Qué tiempos y qué tierno estaba entonces.

CALLE LA HUERTA

Negocio actual: decoración de cocinas (aunque creo que ya ha cambiado).

Fui muy pocas veces a este local y eso que no estaba lejos de mi casa. No tenía máquinas muy interesantes, además de algún futbolín y poco más. Una vez me encontré a un compañero de clase que hacía mucho que no veía (y que no recuerdo quién es) y nos echamos una partida al Soccer Superstars.

AVENIDA DE LAS RETAMAS CON CALLE LOS ROBLES

Negocio actual: agencia de seguros.

Sé que existían, pasé algunas veces por delante (seguramente volviendo de ver al Alcorcón en Santo Domingo) pero creo que nunca llegué a entrar.

SEGA CENTER DEL HIPERCOR DE SAN JOSÉ DE VALDERAS

Dejo para el final la experiencia más gloriosa en recreativos que existió en mi ciudad, el incomensurable Sega Center del Hipercor. Duró poco, no más de dos años, pero era el paraíso. Ocupaba una de las esquinas del edificio y en la entrada había una figura inmensa de Sonic y una pantalla enorme donde salían imágenes de los juegos. Era todo moderno y muy blanco, casi futurista, y se me derretía el corazón cada vez que iba.

En la entrada estaban algunos de los muebles más grandes, esos con pantalla panorámica y asiento para dos jugadores, como el Virtua Striker 2, todo un espectáculo para la vista. Más adentro estaban otras máquinas, como la de El Mundo Perdido con su cabina insonorizada, el shooter sobre raíles de Parque Jurásico con un asiento que se movía según la acción, también estaban el Virtua Fighter o el Toshiden… Al fondo estaban las máquinas más modestas pero no menos adictivas, como el Killer Instinct o los Street Fighter Alpha, además de air-hockeys y canastas de baloncesto. Sí, sobre todo había juegos de lucha y de tiros.

Estaba claro que el local necesitaba para mantenerse de una gran afluencia que no alcanzó, ni siquiera con algunas promociones que se sacaban de la manga. Recuerdo que, cuando fui a ver Godzilla en los cines del Hipercor, te regalaban 100 pesetas para gastar en el Sega Center con la entrada. ¡La tarde totalmente hecha! Me dolió mucho cuando vi que lo desmontaban.

Podría seguir hablando de las máquinas que había en algunos bares que frecuentaba con mis padres (como el Torrezno, con aquella que rotaba Street Fighter II y Bomberman) o de recreativos de fuera de Alcorcón, como los de Parquesur, de Lugo o los míticos Piccadilly de Madrid (primero en Montera y luego en Gran Vía) pero mejor lo dejaré para otra ocasión porque me creo que, por más que busque en los bolsillos, me he quedado sin monedas de cinco duros.