Kürtöskalács, el dulce húngaro de moda en las ferias

Estos días son las fiestas de Alcorcón, mi ciudad, y siempre es interesante comprobar qué peluche o atracción está de moda, así como la cantidad estimada de aceite usado que vive plácidamente en las freidoras de los puestos y la cantidad de niños echando la pota del calimocho en el Mexicano. Este año, sin embargo, la novedad ha atacado directamente uno de mis puntos débiles: el dulce.

Y es que, por lo que pude saber después, en todas las ferias de España ha aparecido, como si se tratase de una conspiración judeo-masónica, el kürtöskalács, un bollo típico de Hungría cuyo nombre viene a significar “pastel con chimenea”, cosa que se explica porque precisamente esa es la forma que tiene, un cilindro de mayor o menor longitud.

La masa se realiza con harina, leche, huevo, azúcar, levadura, mantequilla, aceite y canela; pudiendo recubrirlo con almendras, nueces, chocolate o, en el caso del que probé, ralladura de coco. Una vez realizada una fina cinta de masa, se enrrolla en un cilindro y se tuesta sobre unas brasas.

¿Y está bueno? Pues la verdad es que sí, queridos lectores. Al principio os puede parecer un bollo algo recio, demasiado entero, pero eso se convierte en una virtud finalmente. La cobertura que se le ponga influye mucho en el sabor final pero se nota ese sabor a leche, huevo y mantequilla; se aleja de esos bizcochos que muchas veces, por muy tiernos que sean, son insulsos. Podríamos decir que es un bollo “concentrado”, que sólo podemos comer directamente a mordiscos o arrancando trozos como si fuéramos un salvaje depredador de los documentales de La2 debido a su entereza, pero acaba enganchando como las pipas.

El precio ronda los 2,5€ la mitad del cilindro y 5€ el entero. No es barato, pero el bollo bien merece una oportunidad. Y si no, siempre podréis decir que Kürtöskalács es el delantero goleador del Ferencváros para haceros los sabiondos.